La reacción de un niño tras escuchar a sus padres manteniendo relaciones sexuales se ha hecho viral. El menor reacciona de manera muy emocional, se pone a llorar y está muy enfadado. El pequeño no entiende. El vídeo, que colgó su hermana, se ha compartido más de 100.000 veces y tiene más de medio millón de me gusta en Twitter. Pero la realidad es que la sexualidad forma parte de la vida de nuestros hijos desde que nacen. Y sin embargo, todavía es un tema que para algunos padres, y algunos hijos, puede resultar engorroso a la hora de tratarlo.

“Lo interesante no sería ver el sexo como un asunto que toca atender porque los hijos tienen determinada edad, intuimos que pueden empezar a masturbarse o les pillamos un preservativo o una búsqueda de pornografía en Internet. Lo aconsejable sería acompañar la sexualidad de nuestros hijos, desde que son niños y niñas a lo largo de cada etapa de su vida y a medida que van convirtiéndose en los hombres y mujeres que serán. Pero, si como madre o padre, puedo decir a mi hijo que me da un poco de corte hablar con él o ella de manera explícita sobre sexo, genitales o placeres y orgasmos, pero que me gusta que acuda a mí y que me parece estupendo charlar, hablaré desde ese pudor o cierta incomodidad y tampoco es algo grave”, explica Miriam Sobrino Olmedo, Matrona y Sexóloga del Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles.

Hay muchas formas de abordar el tema sexual con los hijos y no necesariamente tiene que ser desde un punto de vista científico. “Nuestros hijos nos necesitan disponibles, pero no expertos, para hablar de sexualidad o de otras cuestiones como la muerte o la política. Estar disponible, significa que el niño percibe apertura por nuestra parte para charlar sobre el tema y contestar a sus preguntas. Si no sabemos las respuestas o nos pilla por sorpresa, hasta podemos no contestarlas en ese momento y decir que al no tener muy claro lo que contar, lo vamos a hablar mañana. No necesitamos tener todas las respuestas; ni las más precisas o científicas sobre sexualidad”, comenta Miriam Sobrino Olmedo.

La sociedad y la educación ¿ofrecen a niños y jóvenes recursos para tener una información y manejo sobre la sexualidad adecuados? “Por lo general, no. Aún persisten muchas creencias erróneas y mitos sobre la sexualidad entre los jóvenes. Y por encima de todas, su sensación de inmunidad frente a las enfermedades de transmisión sexual. El acceso fácil a la pornografía mitifica la sexualidad en cuanto a su rendimiento, la reduce a un genitalismo y coitocentrismo y la vacía de afecto. El hecho de que tengan que ir formadores específicos y expertos en sexualidad a la escuela, evidencia el fracaso de la educación actual. La formación sexual, como la del resto de las otras áreas curriculares, debería impartirla el maestro de una manera transversal, continua e integrada en el resto de las materias desde la etapa de educación infantil”, explica Darío Fernández Delgado, médico de familia, experto en medicina sexual y psicólogo, que recomienda las siguientes consideraciones sobre la educación sexual de los hijos:

Ser conscientes de que los padres siempre educan a sus hijos sobre sexualidad con sus reacciones, silencios, comentarios o gestos.

Dar mensajes positivos y sobre salud sexual. No solo hablar de los peligros (enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados) de la actividad sexual.

Hablar con los hijos sobre sexualidad, aunque sea desde la incomodidad o el pudor y siempre desde la escucha, la comprensión y la no represión, porque conviene transmitir que el amor y la relación afectivo-sexual no están condicionadas por el género de la persona.

La respuesta siempre es sí a la pregunta de, ¿soy normal por desear, pensar, sentir de esta forma mi sexualidad?

Tener en cuenta que hay recursos para la educación sexual de los jóvenes, como pediatras, enfermeras, centros de salud o de planificación familiar.

Los niños pequeños no se masturban, ni son precoces sexuales. Autoexploran su cuerpo; pueden tener erecciones y lubricar la vagina.

Evitar aplicar interpretaciones adultas a conductas normales sexuales en los niños, como jugar a las casitas, a los doctores o explorar los genitales.

Facilitarles que descubran su identidad sexual sin imposiciones.