Primero y muy importante: es importante saber que no hay controles cardiológicos especiales que se les realicen a los bebés sanos ni forman parte de los controles pediátricos de rutina. Ahora bien, si el pediatra detecta algún dato importante en los antecedentes o durante el chequeo general, inmediatamente lo derivará a un cardiólogo infantil.

Lo más habitual es que cuando ausculta al niño con un estetoscopio y escucha cómo late el corazón, detecte un soplo cardíaco, es decir, una especie de soplido que se genera por aumento de flujo a través de una válvula cardíaca. Los soplos pueden escucharse tanto en bebés como en niños mayores.

Dos tipos

La expresión «soplo cardíaco» nos suele resultar preocupante. Sin embargo, es importante saber enfrentarse a ella con serenidad y optimismo hasta la conclusión de las pruebas complementarias: radiografía de tórax, electrocardiograma, ecocardiograma y ultrasonido de las estructuras del corazón (cavidades, paredes y válvulas) por el cual se registra la circulación de la sangre a través del corazón y permite determinar la dirección y la velocidad del flujo sanguíneo dentro de las estructuras cardíacas–, que determinan el carácter del soplo del niño. Ellos pueden ser:

*Funcionales. No indican presencia de enfermedad y con el tiempo desaparecen solos. Es decir, son pasajeros, y permitirán al niño llevar una vida normal, sin restricciones en su actividad física ni supervisiones cardiológicas.

*Orgánicos o patológicos. En este caso el bebé deberá seguir un tratamiento específico. «El tratamiento de los soplos patológicos es muy variable dependiendo del problema cardíaco que presente el bebé. Puede ser desde controles para monitorear la evolución, un medicamento, hasta un cateterismo o una cirugía», indica la médica.

Intervenciones

Sobre las cirugías, cuenta que algunas corrigen totalmente el problema, como por ejemplo el cierre de un agujero en el tabique del corazón, y el niño podrá llevar una vida totalmente normal. En otras intervenciones quirúrgicas se puede reparar una malformación, reemplazar una válvula o reconstituir una arteria o una vena, y en ocasiones se requiere más de una operación para obtener resultados óptimos.

Por último, la profesional señala que el seguimiento del problema cardíaco siempre debe hacerlo un cardiólogo infantil, que será quien indicará a la familia y al niño, cómo debe realizar el tratamiento y con qué frecuencia efectuar los controles cardiológicos.