Las cosas cambiaron para ese «señorito» que hasta hace unos meses se creía el rey de la casa. Para empezar, a su mamá dejaron de preguntarle por él y sólo le hablan de cómo crece la panza. La cuna que él dejó de usar volvió a su habitación, pero en espera de su hermanito. «En principio, la llegada de un hermano, va a despertar distintos sentimientos. Los celos y las regresiones son normales, siempre que sean transitorios y no se instalen situaciones de violencia ni caprichos importantes», explica el psicoanalista Carlos Títolo, e indica que los celos serán más intensos cuanto menor sea la diferencia entre un hijo y otro, debido a que el primero no tuvo el tiempo necesario de disfrutar solo de su mamá.

Sin querer, se fomentan

El psicoanalista aclara que muchas veces somos los mismos padres quienes generamos los celos entre hermanos, sin darnos cuenta. Frases como `Te doy esto, pero no se lo digas a tu hermano´, crean interferencia y promueven los celos. Se está suponiendo que el otro se va a poner celoso por algo que tal vez no tendría por qué molestarle y que en realidad está creado por los mismos padres. «Los padres suelen creer –inconscientemente, claro– que entre sus hijos se darán relaciones fraternales iguales a las que ellos tuvieron con sus propios hermanos. Si ellos vivieron celos o envidias creen que entre sus hijos existirán esos sentimientos y por eso buscan evitarlos», señala el asesor. Y agrega: «Si los padres tienen en claro la relación con su núcleo primario, la situación será menos complicada». Por otro lado hace hincapié en la importancia de la correspondencia entre las palabras y los hechos. «El mensaje será contradictorio si los hijos ven pelear a sus padres con sus hermanos. Sería algo así como: `Ustedes se tienen que llevar bien, pero yo con mi hermano no lo hago´».

Los padres suelen creer –inconscientemente, claro– que entre sus hijos se darán relaciones fraternales iguales a las que ellos tuvieron con sus propios hermanos.

Movilizaciones

La llegada de un nuevo hijo, no sólo afecta al hermano mayor, sino que también incide directamente en los padres. «Genera toda una situación en relación a ellos y a aceptar que no se quiere a todos los hijos de la misma manera. Y que eso no está mal. Por el contrario: es normal. No significa que quieran más a uno que a otro. No es un tema de intensidad, sino de que son amores diferentes», puntualiza el especialista.

Por todo esto, para ayudarlos a manejar celos, dice que los padres deberíamos respetárselos e inclusive blanquearlos. Explicarle a nuestro hijo mayor que sabemos lo que está sintiendo, que lo entendemos y que es algo sumamente natural. Que un chico no hable no significa que no entienda. Puede asimilar –siempre que se le explique– que el nuevo bebé necesita determinados cuidados especiales, porque «es muy chiquito…» y que es más: él puede ayudar. Siempre que quiera y sin obligarlo, se le puede dar un lugar de importancia invitándolo, por ejemplo, a cambiarle los pañales.