Más de 15.000 institutos educativos de los Estados Unidos incorporaron este nuevo método creado por un psicólogo de Harvard que promete enseñarles a los chicos de edad preescolar a ser mejores personas.

¿será posible enseñar en las escuelas a ser buenos? En el último tiempo, así como es obligatorio estudiar matemáticas, ciencias sociales, geografía o literatura, en algunos de los colegios preescolares más modernos de Estados Unidos ya incorporaron una nueva asignatura académica: la bondad. Se trata del Programa para la Bondad, desarrollado por el Centro para las Mentes Saludables de la Universidad de Wisconsin, Madison, el cual intenta cultivar valores y emociones a través de juegos sensoriales, metáforas, canciones y actividades lúdicas. «Los chicos de entre cuatro y siete años están en un periodo crucial del desarrollo, ya que es cuando el cerebro se reorganiza y se muestra especialmente receptivo a nueva información (como los idiomas extranjeros), así como a los hábitos psicológicos perdurables», explica el fundador de este método, el psicólogo egresado de la Universidad de Harvard Richard Davidson.

Desde que en agosto de 2017 se aplicó en la primera escuela, ya lo han incorporado más de 15.000 educadores, terapeutas e instituciones de la salud. «El tipo de habilidades de las que hablamos incluyen aquellas para aprender a dominar las emociones, en concreto, la capacidad de controlar los sentimientos negativos, para que cuando ocurra una adversidad, éstas no persistan más de lo necesario –asegura este terapeuta neoyorquino–. Las personas (y los niños, especialmente) pueden aprender a disipar estas emociones negativas para volver al estado inicial. Es algo muy importante porque cuando los sentimientos perturbadores se producen en la mente, interfieren con la capacidad de aprendizaje. Por consiguiente, la habilidad de controlar las emociones es crucial para ayudar a que los niños aprendan mejor».

Si bien nadie pone en duda que el principal responsable de la crianza de los chicos es el seno familiar, un estudio dirigido por Lisa Flook (psicóloga clínica de la Universidad de California, Los Ángeles) ha demostrado que los jóvenes que reciben capacitación para la bondad «se vuelven más altruistas en pruebas que miden su disposición a compartir, además de que su capacidad de concentración se ve reforzada y se registra un ligero aumento en su desempeño académico». Con voces a favor y en contra, las clases que apuntan a trabajar en el carácter, emociones y habilidades de los chicos van en alza.

Una de las decisiones más importantes respecto a la crianza de nuestros hijos radica en la elección del colegio. «La cuestión es que los docentes y los directivos se enfrentan con un rol que supera ampliamente lo meramente académico. La experiencia demuestra que el ambiente áulico es ideal para la enseñanza y aprendizaje de valores, y el cultivo de las cualidades pro-sociales que mejoran la calidad de vida de las personas.

La psicóloga Maritchu Seitún, autora del libro Criar hijos confiados, motivados y seguros, asegura: «la gente no nace buena o mala. Un bebé es como un vaso vacío y dependiendo de con qué lo llenen en su crianza (sobre todo su mamá y su papá, en los primeros dos años de vida) se determinará cómo será más adelante con el resto del mundo. Hay que entender que el ser humano es complejo y que en nosotros conviven tanto la maldad como la bondad. Por eso, la familia tiene la gran tarea de hacer crecer más una que la otra». Según esta terapeuta infantil y orientadora para padres, la esencia de las personas se construye en casa. E insiste: «una persona mala es alguien que fue herido y no encontró buenas soluciones para curarse.