Como sabemos, durante el embarazo el cuerpo de la mamá sufre muchas modificaciones. Por un lado, los cambios anatómicos que se deben al crecimiento del útero y, por otro, los cambios hormonales que influyen en el humor, el estado de vigilia (que se transforma en un permanente estado de cansancio), la sensibilidad, el sueño, la digestión, la micción y la catarsis intestinal.

Así lo explica el Dr. Mario Sebastiani, obstetra del Hospital Italiano de Buenos Aires, quien también afirma: «Durante esta etapa, todos los órganos del cuerpo cambian de alguna manera. Entre las modificaciones físicas más frecuentes se destaca la elevación de los diafragmas (músculos que separan la cavidad torácica de la abdominal) que disminuye la capacidad pulmonar y produce un aumento en la frecuencia respiratoria. Con respecto al abdomen, la sola presencia del útero –que crece constantemente– trae aparejado las molestias propias de las contracciones, el cambio en el equilibrio y la incomodidad en los movimientos».

Durante esta etapa, todos los órganos del cuerpo cambian de alguna manera

El experto aclara que después del parto es imposible que todos los cambios anatómicos vuelvan a su lugar dentro de las 24 horas. La reacomodación del cuerpo requiere de tiempo y paciencia para alcanzar su tamaño pre gravídico. El cuello del útero, por ejemplo, permanece abierto durante algunas semanas, sobre todo si el parto fue vaginal.

El útero, según explica el especialista, volverá a su tamaño original recién a los sesenta días del parto, mientras que los loquios (secreción vaginal) o las pérdidas hemáticas (pérdidas de sangre) posparto duran entre cincuenta y sesenta días. Por último, para despejar cualquier temor, Sebastiani aclara que todos estos procesos de involución no suelen causar molestia alguna.