«Un vestido de playa. Meses después, mi madre se pararía frente a mi closet y se quejaría de que ya no me ponía ninguno de mis vestidos. Tenía seis años.»

Esta ficha narra la experiencia de una estudiante universitaria, quien recuerda la ropa que llevaba puesta el día en que fue víctima de abuso sexual.

Dentro de la habitación hay casi una veintena de conjuntos de ropa, todos con una narración de experiencias similares, todos respondiendo a la infame pregunta «¿Qué traías puesto?».

Se trata de una exposición, organizada por funcionarias de la Universidad de Kansas y la Universidad de Arkansas. El objetivo de esta muestra es demostrar que «no es la ropa la que causa la violencia sexual, es la persona la que causa el daño» como explica Jen Brockman, directora del Centro de Educación y Prevención de Agresión Sexual de la Universidad de Kansas, una de las creadoras de la instalación.

Y es que esa infame pregunta es algo que las víctimas de violación escuchan constantemente al momento de compartir su historia o, peor aún, al presentar su denuncia. Es por esto que la exposición se esfuerza en mostrar que la violencia sexual no está determinada por los contenidos de tu clóset, y que hacer esta pregunta no sólo culpabiliza a las víctimas sino que también normaliza la violencia sexual.

Los contenidos de la instalación incluye suéteres, shorts, ropa deportiva, pijamas, jeans, e incluso un disfraz de «Campanita»… ropa que cualquiera de nosotras o de nuestras pequeñas hermanas, sobrinas o hijas tiene en su clóset. ¿De verdad podemos pensar que la ropa influye en si serás o no víctima de una agresión sexual?

La respuesta es: No. Sin importar el contexto, ningún atuendo, ninguna prenda le dará jamás derecho a nadie de reclamar propiedad sobre nuestro cuerpo, ni el de nadie.

«Cuando los sobrevivientes de abuso sexual llegan a la muestra, es probable que piensen ‘Esa es mi historia'» continúa explicando Jen Brockman «‘Esa historia es parecida a lo que me sucedió a mí.'»

Y compartiendo sus historias, las víctimas cuyos atuendos se reproducen en la exposición tal vez también puedan encontrar un poco de paz. Aunque originalmente se recopilaron 40 historias, al final se seleccionaron 18, todas de estudiantes universitarios: 17 mujeres y 1 hombre.

El proyecto se inició en 2013 por Jen Brockman y la Dra. Mary Wyandt-Hiebert, supervisora de las iniciativas de programación en el Centro de Educación sobre Violación de la Universidad de Arkansas. Se expuso por primera vez en septiembre del año pasado en Kansas-U y recorrió diversos centros educativos de EUA. Entre el 8 y el 20 de enero se expuso en Molenbeek, Bélgica.

Visitar esta exposición y leer cada una de estas historias, junto a la reproducción de las prendas que las víctimas recuerdan haber llevado al momento de ser atacadas, ciertamente debe ser incómodo o hasta doloroso, pero también es importante para destruir los estereotipos sobre la cultura de la violación y derribar los mitos que trivializan las agresiones y revictimizan.

Y aunque no se ha anunciado ninguna sede nueva para la exhibición ¿irías a verla si se instalara en México?

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