O muy baja, o muy alta, tu presión también se ve alterada con el embarazo. Se denomina presión arterial o sanguínea a la fuerza que se aplica sobre las paredes de las arterias a medida que el corazón bombea sangre a través del cuerpo, según define el obstetra Bernardo Löwenstein.

«Está determinada por la fuerza de la contracción cardíaca, por el volumen de sangre bombeada en cada latido y por el tamaño y la flexibilidad de las arterias», continúa el obstetra, e indica que dicha presión se puede medir con tensiómetros, y su valor es distinto durante la contracción cardíaca o sístole (la conocemos como «máxima») que durante el reposo del corazón entre latidos o diástole («mínima»).

En baja

En el embarazo, la presión arterial produce una disminución fisiológica. Según el especialista, esto se debe principalmente a la transformación en la estructura de determinadas arterias del útero que irrigarán la placenta. Sumado a esto, las venas y arterias se dilatan como resultado de los cambios hormonales.

«La disminución de la presión arterial comienza precozmente en el primer trimestre, se mantiene y acentúa durante el segundo trimestre y se estabiliza en los valores normales previos al embarazo durante la segunda mitad del tercer trimestre».

En alta

El asesor resalta que el aumento anormal de la presión arterial (hipertensión) se debe, generalmente, al fracaso de los mecanismos de adaptación anteriormente mencionados.

A su vez, enumera otros factores que pueden afectar a la presión, como la inflamación de la pared interna de capilares y arterias (que producen la disminución de la circulación placentaria y la oxigenación fetal), espasmos en las arterias y la coagulación.

Aunque, según informa el médico, cuando incrementa la hipertensión arterial, la retención de líquidos en el cuerpo suele aumentar también por fallas en los riñones y por la salida excesiva de líquidos desde el interior de las venas y arterias hacia los distintos tejidos.

«Frente a la elevación de la presión, se aconseja de forma general reposo y dieta sin sal, pero a causa de las distintas variantes que puede adoptar la hipertensión arterial durante el embarazo, lo mejor es consultar al médico para que determine un diagnóstico acertado sobre el tratamiento que deberá llevarse a cabo», aconseja el médico.

Bajo control

«La futura mamá debe hacerse controles prenatales constantemente. Durante el primer y el segundo trimestre, una vez por mes. Durante el tercer trimestre, cada 15 días y a partir de la semana 37-38 una vez por semana hasta el día de parto. Si se registraran cifras anormales, se debe volver a controlar al cabo de una o dos horas de reposo en el que se permaneció acostada y, en caso de no obtener descenso a valores normales, acudir al médico. De esta manera, se evitarán las complicaciones», concluye Löwenstein.