Los vegetales y las frutas son los alimentos que aportan más variedad y cantidad de vitaminas y minerales. Proveen fibra, agua y otros nutrientes que son necesarios para que el organismo funcione correctamente y para que pueda defenderse de agresiones externas. Es fundamental encontrar la manera de que todos los chicos los incorporen.
Según el especialista, las frutas y verduras deben ir agregándose de a poco. A los 6 meses el bebé puede empezar con manzana, banana, durazno y pera, bien maduras y sin cáscara. Es lo mismo si están ralladas, licuadas, al horno, pisadas o en compotas. En cuanto a las verduras, zapallo, zanahoria, papa y batata en papillas o puré, son los ideales. Mientras que, ya a partir del año, podrá consumir todas las frutas y verduras, tanto crudas como cocidas.
Hay que incluir en su dieta diaria alimentos de todos los tipos, colores, sabores y preparaciones, no sólo por la variedad sino para que el plato se vea más atractivo.
En cuanto a la dificultad de incorporar frutas y verduras, el médico señala que se debe a la gran cantidad de alimentos extra que los chicos consumen constantemente. Hablamos de azúcares, dulces, jugos, golosinas y snacks que muchas veces los chicos prefieren porque se ven tentadores, pero que son súper calóricos, cero nutritivos y por ende no son sanos. Por eso es necesario llevar un control de cuántos comen para que no se excedan.
La clave para que la incorporación de frutas y verduras sea un éxito es la paciencia por parte de los papás. Hay que tener siempre presente que el rechazo a los alimentos nuevos es una conducta frecuente de los chicos, por lo que su introducción debe ser objeto de repetidos intentos, lo que implica mucha tolerancia, para evitar enojarse y dejar de insistir. En muchos casos, los papás suelen abandonar la lucha enseguida. Y las preferencias que tienen los chicos en materia de alimentos cambian constantemente. Por eso los padres deben seguir preparando alimentos sanos y poniéndolos en la mesa, aún si se niegan a probarlos. Para que un alimento sea aceptado se necesitan diez o más intentos.
Cuenta que muchas veces también los chicos rechazan las frutas o verduras porque les parecen «aburridas». Según él, esto suele suceder en los casos en que los padres acostumbran contar las calorías de los alimentos y hace que por ejemplo les sirvan verduras hervidas sin ningún otro agregado.
Inevitablemente los hijos se muestren reacios a comerlas. Los padres no deberían tener miedo de adornar las verduras, por ejemplo, mezclando colores, cocinándolas de diferente manera, armando muñecos, etc. Si el niño rechaza una fruta o una verdura, habrá que volver a intentarlo al día siguiente, y si al tercer o cuarto día lo sigue rechazando, se suspende, y al tiempo se vuelve a intentar. Si bien hay que ser perseverantes, tampoco hay que hacerlo comer a la fuerza, ni tampoco tratar de distraerlo para que abra la boca.