Entre las cosas que más preocupan a todos los padres están tanto lograr que los niños sean felices y darles una buena educación, en todos los sentidos. Para conseguir ambas, son muy necesarios los límites ya que sirven de guía para los más pequeños. Pero, ¿cómo los podemos proponer de una manera respetuosa y eficaz? Hablamos con Marta Prada (guía Montessori, educadora de familias de disciplina positiva, y autora del libro ‘Educar en la felicidad’) para que nos cuente qué propone el método Montessori sobre cómo aplicar límites a los niños, esto es porque los padres queremos que los niños crezcan con libertad, para que encuentren su propio camino y desarrollo de una forma natural. Sin embargo, es necesario proponerles una serie de límites, ya que estos son una forma de guiarles para que sean libres y sepan convivir desde el respeto y la armonía con la gente que les rodea. Es por ello que podemos considerar que los límites son una expresión de amor de los padres hacia los hijos.

Para ayudar a los padres a poner límites a los niños, Marta Prada habla de ‘límites libres de PERA’; y al hablar de PERA se refiere a todo lo que hay que evitar a la hora de establecerlos. Por las siglas, se habla de:

Prohibiciones constantes / A nadie le gusta tener a otra persona que constantemente nos dice lo que NO podemos hacer: ‘No te subas’, ‘No chilles’… Es por ello que debemos evitar los límites negativos y sustituirlos por otros más positivos. Por ejemplo, en lugar de decirle a nuestros hijos ‘no corras’, funcionará mejor decir ‘por aquí tenemos que andar despacio’.

Etiquetas / ‘Eres un vago’, ‘Te portas como un niño malo’… Las etiquetas acaban por cambiar la forma en la que los niños se perciben a ellos mismos.

Resentimiento / Nunca podemos poner límites a los niños desde el resentimiento. Y es que algunas veces estamos tan enfadados porque nuestros hijos han roto un jarrón en casa por jugar al fútbol o porque algo malo nos ha ocurrido en el trabajo… que nos dejamos llevar con nuestros hijos y actuamos desde el resentimiento.

Amenazas o castigos / Las amenazas y los castigos pueden funcionar a corto plazo, ya que el niño puede dejar de hacer algo que estaba haciendo para no tener que lidiar con una consecuencia que le proponemos. Sin embargo, no se trata de una herramienta respetuosa con las emociones de los niños ni tiene un efecto positivo a largo plazo.