Elaine Danforth Harmon nació el 26 de diciembre de 1919 en Baltimore, Maryland. Sus inquietudes aéreas comenzaron cuando estudiaba en la Universidad de Maryland y comenzó a tomar clases de aviación aún contra los deseos de su madre, quien consideraba que la actividad «no era para damas»; en cambio, su padre apoyó sus inquietudes y firmó con todo gusto el permiso para que su hija comenzara a estudiar, en el año de 1940.

Para 1942, cuando Estados Unidos entró de lleno a la Segunda Guerra Mundial, el general Henry «Hap» Arnold formó el Servicio de Pilotos Mujeres de la Fuerza Aérea (WASPs, por sus siglas en inglés) por sugerencia de la Primera Dama, Eleanor Roosevelt. La iniciativa buscaba que las pilotos mujeres, muchas de las cuales tenían más horas de vuelo acumuladas que algunos pilotos hombres, pudieran apoyar en los esfuerzos de la guerra.
Mujeres piloto de todo el país comenzaron a acumular horas de vuelo para preparase, ansiosas por aprovechar la oportunidad: de las veinticinco mil aplicantes, sólo mil ochocientas treinta fueron aceptadas, entre ellas Elaine Harmon. Las aviadoras recibieron el mismo entrenamiento que cualquier cadete masculino, excepto por el entrenamiento en armas: debían aprender maniobras e ingeniería aeronáutica. Incluso, el porcentaje de cadetes dadas de baja fue mucho menor a la media de cadetes masculinos.

Tras unirse a las WASP, Elaine estuvo estacionada en Las Vegas, Nevada, donde sus tareas incluían entregas aviones y entrenar a los nuevos pilotos.

Elaine Harmon y sus compañeras WASP fueron esenciales a las acciones militares durante la Segunda Guerra Mundial: proveían entrenamiento y soporte, realizaban acciones de provisión, probaban nuevos aviones y técnicas que después serían utilizadas por los hombres en el frente. Sus labores ayudaron a la victoria de los Aliados tanto como cualquier soldado.

Treinta y ocho miembros de las WASP murieron durante la Segunda Guerra Mundial, tanto en entrenamiento como en servicio activo. Sin embargo, dado que no eran consideradas militares, ninguna fue enterrada con honores militares; incluso, a sus deudos no les fue permitido ondear banderas de Estrellas Doradas, que se izan cuando hay muerte de un militar en la familia.

En Diciembre de 1944, con las acciones militares concentradas de lleno en Europa, tras presiones de pilotos masculinos y debido a un reporte arbitrado que, en junio de ese mismo año, consideraba al programa WASP innecesario e injustificablemente caro y recomendaba que «el reclutamiento y entrenamiento de mujeres piloto sin experiencia» fuera detenido.

El general Henry Arnold, fundador de la iniciativa, declaro sobre su final: «Las WASP han completado su misión. Su trabajo ha sido un éxito. Pero, como sucede en la guerra, el costo ha sido muy alto. Treinta y ocho WASP han muerto ayudando a su país a avanzar hacia el momento de la victoria final. La Fuerza Aérea recordará por mucho tiempo su servicio y su sacrificio.»

Sin embargo, con el tiempo sus logros comenzaron a caer en el olvido. Dado que no fueron asignadas al frente y el programa no se consideraba militar, las WASP fueron consideradas civiles por la Armada Estadounidense; incluso, los registros del programa WASP permanecieron clasificados por el gobierno estadounidense por 35 años.

Al desaparecer el programa, las aviadoras fueron desbandadas sin recibir estatus de veteranas y ningún reconocimiento del gobierno. Elaine Harmon volvió a su casa en Silver Spring, Maryland, y formó una familia. Su tiempo dentro del programa de las WASP permaneció como un recuerdo, historias que compartía con sus hijos e hijas. Mientras tanto, el mundo continuaba su camino:

En 1970, el Departamento de Defensa anunció que ya permitiría oficialmente que aviones militares fueran volados por mujeres por los Estados Unidos. Los medios lo reportaron como la primera vez en la historia en que esto ocurría, ignorando flagrantemente el programa WASP, que lo antecedió por 30 años. Ante esto, Elaine y otras compañeras WASP de todo el país se movilizaron y organizaron campañas y peticiones ante el Congreso, argumentando que era el momento de reconocer a las WASP como veteranas del ejército estadounidense; el presidente Jimmy Carter accedió y firmó una ley, en 1977, concediendo a las mujeres del programa WASP el estatus de veteranas de guerra.

Más de 30 años después de concluida la Segunda Guerra Mundial, Elaine y sus compañeras ya eran oficialmente veteranas. Sin embargo, aún quedaba una última batalla:

A pesar del reconocimiento a las mujeres del programa, el Ejército sostenía que no podían ser enterradas en el Cementerio Nacional de Arlington (Virginia), el camposanto militar más notorio del país, donde reposan más de 300 mil veteranos. Ser enterrado ahí es el máximo honor para los soldados y veteranos, y para sus familias representa un reconocimiento: ser uno de los héroes que murió defendiendo a su país.

La presión y peticiones ante el Congreso continuaron, impulsadas sobre todo por las familias de las aviadoras que ya habían fallecido. Por fin, en 2002, se realizó el primer funeral de una WASP en Arlington. Harmon acudió a despedir a su compañera.

Elaine Harmon murió el 21 de abril de 2015, a los 95 años y fue enterrada en su cementerio local. Sin embargo, poco después de su muerte, su familia encontró una carta: escrita a mano en papel oficial color crema, Elaine la había colocado en una caja fuerte. La hoja contenía una sola petición, un deseo final: «Quisiera ser enterrada en el Cementerio de Arlington. Aún si no quedan cenizas, quisiera que colocaran una urna vacía en Arlington.»

Su familia se empeñó en lograrlo. Lanzaron peticiones, campañas en plataformas virtuales en redes sociales, cartas al Congreso… finalmente, año y medio después de su muerte, Elaine Harmon fue enterrada en el Cementerio Nacional de Arlington, el 7 de septiembre de 2016. A la ceremonia acudieron las WASP sobrevivientes, desde todos los rincones del país.
«Finalmente superamos la última batalla», dijo su compañera piloto y amiga Florence Reynolds.

La Teniente Coronel Christine Blice-Baum leyó el poema «Vuelo Celestial», escrito por otra WASP: «No está muerta. Ustedes deberían saberlo… que sólo está volando alto, más alto de lo que jamás voló».

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