Cada niño, cada situación, cada momento requiere de una forma de actuar para la que conviene que estar preparados pero, ¿cómo actuar? La mejor forma de acertar y hacerlo bien con la educación de los hijos es que los padres reconozcan qué hacen mal, en qué se equivocan y qué errores cometen. En Guiainfantil.com te contamos cuáles son los desaciertos más comunes de los padres con la educación de los hijos.
Ser un mal ejemplo: los padres son los referentes y los modelos a seguir de los niños. Resulta incongruente pedir al niño que no insulte, que sea paciente, que respete a los demás o que comparta si los progenitores no siguen esas mismas reglas.
Sobreproteger: es uno de los errores más comunes hoy en día. Los padres no sólo asumen las tareas y responsabilidades de sus hijos, sino que además evitan que se frustren y resuelven sus problemas. Proteger en exceso sólo consigue que el niño no desarrolle las habilidades necesarias para resolver sus problemas.
No poner normas y límites: los niños necesitan normas en su educación para saber cómo actuar, para protegerse del peligro, para no convertirse en niños tiranos, apáticos o pasivos. Crear un modelo educativo a tiempo, desde la infancia, es fundamental en la educación de los hijos.
Gritar a los niños: modelos educativos heredados, estrés o la falta de recursos pedagógicos lleva a muchos padres a perder los nervios y gritar a los hijos. Cuando la situación es habitual lo único que ocurrirá es que el niño se acostumbrará y ya no tendrá efecto, le causará baja autoestima, estará más nervioso y además tenderá a tener actitudes agresivas.
Castigar mal: se suele castigar con gritos o de una manera desproporcionada al comportamiento del niño. Los expertos indican que castigar ‘al rincón de pensar’ tampoco funciona, el niño no piensa en su actitud en esos retiros. Sin embargo, es más positivo el castigo educativo, es decir, en vez de utilizar la privación de algo, usar métodos para que los niños entiendan que lo que han hecho tiene consecuencias.
Falta de acuerdo entre los padres: es muy común que los padres no tengan el mismo criterio educativo y cada uno aplique el suyo. Sin embargo, esto lo único que hace es confundir al niño. Es preferible hablar entre la pareja sobre cómo actuar antes de dar pautas dispares que hagan que el niño se sienta perdido.
Negatividad: los padres tienen a utilizar el ‘no’ de forma demasiado habitual: ‘no subas ahí’, ‘no saltes’, ‘no grites’… Por otro lado, si lo que reciben los niños son frases negativas y críticas, tenderán ellos a ser adultos negativos e incluso con baja autoestima.
No escuchar a los niños: es muy normal que en una regañina el padre o la madre quiera hacer oír su voz por encima de la del niño, bloqueando cualquier atisbo de defensa o comentario por su parte. Sin embargo, es fundamental escuchar a los hijos y conocer por qué hicieron algo, qué les impulsó a tener una determinada conducta o qué sienten, piensan y creen sobre las cosas.
Fomentar el consumismo: a los niños muchas veces se les da de todo y a tempranas edades tienen cualquier juguete que piden o incluso dispositivos tecnológicos. Evitar que los niños se esfuercen y luchen por conseguir las cosas y presentárselas en bandeja sólo crea niños perezosos y con pocas ansias de conseguir objetivos.
Olvidar qué es ser niño: los padres tienden a olvidarse que una vez fueron niños, no recuerdan lo que se sentía la volver a casa con un examen suspenso, la sensación al romper ese jarrón favorito de mamá o lo divertido que es saltar encima de la cama. No podemos tratar a los niños como adultos, están en pleno proceso de aprendizaje y necesitan experimentar y probar. Es decir, hay que entenderles.