En ocasiones sucede que la relación de pareja no sólo pierde el brillo inicial (lo que es normal en todas las relaciones) pero a veces también la relación puede pasar del ‘rush’ inicial a un sentimiento de estancamiento y frustración que lleva a separaciones amargas y con rencor, que muchas veces tienen su origen en nuestras frustraciones personales y no en la calidad de la relación.
En entrevista, el psicólogo español Joan Garriga contempla las preguntas que comúnmente se hacen las personas que fantasean con una vida en pareja feliz, y por qué muchas veces nos cuesta conseguirla.
«A veces se pide a la pareja cosas que no puede ofrecer: que nos haga sentir bien, que nos haga felices… yo sospecho que es un recordatorio de aquel paraíso que quizá algunas personas vivieron del vínculo con la madre» comenta Garriga, lo que crea una «experiencia interior de que estaremos bien cuando tengamos un vínculo tan poderoso y amoroso.»
Esta expectativa «infantil» es falaz, afirma el psicólogo: «Lo que nos falta es más amor hacia nosotros mismo» y «más capacidad de abrazar lo que somos», incluyendo las dolencias del pasado.
Amarse a uno mismo, aceptarse completo -defectos incluidos- no es egoísmo sino supervivencia: aprender a amar las zonas grises, las que son difíciles de amar «de heridas infantiles, de desamores donde reside el niño desamparado, abandonado, exigido, sacrificado o el que hace cosas para el bienestar de sus padres en lugar de satisfacer sus necesidades».
A decir del español, este proceso es crucial porque entramos a la relación de pareja con la misma posición que asumimos en la familia durante la infancia: el invisible, el irritado, la víctima, el salvador, el ausente, el juzgador… la posición que aprendimos en nuestras vivencias familiares, será la posición afectiva que asumimos con la pareja.
Nuestra historia, nuestro equipaje emocional, llega a la relación junto con nosotros. Para crear relaciones felices y estables, es esencial aceptar los dolores del pasado, «sostener aquello que dolió y abrazarlo y concluirlo como parte de la experiencia, no decir ‘esto no tendría que haber ocurrido'», destaca.
También es importante no embellecer ni dar excesiva importancia a estos eventos, pues nos arriesgamos a centrar nuestra vida sobre asuntos pasados, tratando de repetir la sensación de seguridad o superficialidad del momento, lo que trasciende a la vida de pareja y puede terminar por volverse una mutua tortura.
No se trata de huir del dolor o de la incomodidad de ciertas vivencias, no podemos escapar de lo que traemos dentro de nosotros. Para cultivar el bienestar profundo dentro de la relación, debemos estar mejor con nosotros mismos y convivir con nuestros miedos y dolores, sin esperar que el otro lo resuelva. A vista de Garriga, quien busca esto encontrará sólo un paraíso efímero.
«El buen amor en la pareja tiene mucho que ver con hacernos más libres» y eso, concluye el especialista, incluye a nuestro pasado.