Enrique de Inglaterra y Meghan Markle han pasado la Navidad con la familia real británica pero han recibido el 2018 en la Riviera francesa. Conocedores del interés que despiertan allí por donde van, la pareja adoptó todo tipo de medidas para pasar inadvertidos en el vuelo de British Airways que les llevó hasta Niza. Viajaron en clase económica y en los asientos situados al lado de los baños.
En un intento de permanecer de incógnito, la pareja tomó su vuelo de 9.55 antes que cualquier otro pasajero y se dirigió directamente a la parte posterior del avión, junto a los baños traseros. Viajaban con tres guardaespaldas camuflados entre el pasaje. Enrique, de 33 años, se colocó junto a la ventana vestido con unos vaqueros, una chaqueta y una gorra de béisbol calada hasta las cejas para ocultar su cara lo más posible. Pero si alguien no había visto al grupo, dos oficiales fuertemente armados de la policía fronteriza francesa les esperaban cuando desembarcaron para sacarlos por la zona VIP.
Según informa la prensa británica varios miembros del Servicio de Protección de élite de Francia, la unidad de policía responsable de la protección de dignatarios extranjeros, volaron desde París para proteger a la pareja durante su estancia. La prensa británica asegura que no fue una petición del Palacio de Kensington. «No, se han ofrecido y no habría sido negociable», dijo una fuente conocedora del asunto.
Enrique sigue así los pasos de su hermano Guillermo que en 2014 deleitó a los pasajeros cuando rechazó la primera clase en un vuelo desde Nueva York a Washington DC, donde se iba a reunir con el presidente Obama en la Casa Blanca.
El viaje al sur de Francia son un periodo de descanso para la pareja antes deiniciar los preparativos de la boda prevista para mayo.