Los folículos pilosos que albergan cada uno de nuestros cabellos son estructuras celulares muy dinámicas. En ellos se concentra un grupo de células madre derivadas de los organismos primitivos de la piel. Se trata de los fibroblastos, organismos que se han convertido en una esperanza de la medicina regenerativa y cuyo trabajo es sintetizar fibras y mantener la matriz del tejido celular con espectaculares y complejos entramados. Estos trabajadores incansables son responsables de controlar el ciclo de regeneración pilosa, pero su apreciada labor no está libre de obstáculos.
Existen varios factores que inhiben el crecimiento capilar. Para la doctora Ana Lilia Ruelas Villavicencio, dermatóloga experta en cáncer de piel y miembro de la Fundación Mexicana para la Dermatología (FMD), en nuestro país, al igual que en la mayoría del mundo, la causa más frecuente de alopecia, tanto en hombres como en mujeres, es la llamada alopecia androgenética. «En hombres decimos que entre 70 y 80% llegan a los setenta años con un grado de este tipo de alopecia. En el caso de las mujeres también está presente, pero el porcentaje es menor: después de los 50 años hasta 20% tienen algún grado de este padecimiento», explica la especialista.
Este tipo de alopecia, tal como su nombre lo indica, tiene su trasfondo en dos elementos: las hormonas masculinas (los andrógenos) y la predisposición genética. «Los andrógenos están más presentes en los hombres, pero son hormonas también existentes en las mujeres, aunque en un porcentaje más bajo», señala y agrega que los genes que más impactan para este tipo de alopecia son los heredados por vía materna: «El antecedente de un abuelo materno calvo puede pesar más que incluso el propio padre con este problema».
La experta del Departamento de Dermatología del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán subraya que aunque esta es una enfermedad multifactorial, los factores previamente señalados son los más importantes. «Actualmente lo que también se ha ido documentando es que la alopecia androgenética en hombres se empieza a observar ahora en grupos más jóvenes: personas de entre 20 y 30 años. Antes los patrones con mayor severidad sólo eran vistos entre los 40 y 60 años, pero actualmente un patrón de alopecia grado dos o tres, es decir, de moderado a severo, se puede registrar en edades más tempranas».
EL ESTRÉS Y EL CABELLO
Lo que se ha postulado es que el estrés influye de manera importante en cualquier enfermedad degenerativa y la alopecia androgenética se puede considerar un proceso degenerativo del folículo que se ve acelerado en períodos de estrés crónico. La dermatóloga sostiene que, aunque el proceso no se detiene, lo que sí se puede lograr es retrasarlo mediante la detección y adecuado tratamiento en etapas tempranas. De esta forma se pueden descartar las diversas causas que pueden provocar la caída del cabello y trabajar en los factores precipitantes del origen específico de cada caso.
«Hay desde enfermedades crónicas, como una diabetes mal controlada, hasta una dieta muy estricta o algún problema en el organismo relacionado con la absorción de vitaminas, que impactan en el ciclo celular del pelo y también pueden exacerbar la alopecia», comenta. Agrega que en la variada lista también hay enfermedades propias del pelo. Un ejemplo es la alopecia areata, una enfermedad del cabello frecuente en niños que generalmente se presenta como una pérdida de pelo en partes, en pequeñas bóvedas, pero también se puede apreciar de forma difusa. «Suele aparecer en niños y adolescentes bajo un estrés emocional importante. La alopecia areata se considera una enfermedad autoinmune, pues el sistema inmunitario no reconoce el cabello como estructura propia del cuerpo y busca expulsarlo».
Otra enfermedad que se debe considerar como desencadenante de alopecia es el lupus, otro padecimiento autoinmune que puede tener manifestaciones en la piel y el pelo. La doctora también argumenta que existen algunas enfermedades inflamatorias que también pueden incidir en el proceso de pérdida de cabello.
Después del parto, sobre todo después de que el bebé cumple dos o tres meses, las mujeres empiezan a notar una densidad menor en su cabellera, pues generalmente presentan un grado de alopecia difusa durante esta época. Esta condición llamada efluvio telógeno es una fase de precambio acelerado del pelo donde se cae el doble de lo que comúnmente se pierde, es decir, de 200 a 300 cabellos. «Es normal que cada dos a tres años tengamos un período de recambio más agudo, pero también son comunes en fases posparto, durante una crisis emocional fuerte, una enfermedad aguda o después de un proceso quirúrgico».
Es así que generalmente dos meses después del hecho estresante se presenta el eflugio telógeno, que según la experta debe ser asumido con normalidad, pues durante el período de extrema tensión para el organismo hubo una detención del ciclo del pelo. Posteriormente la pérdida del cabello se hace evidente, sin embargo, se trata de momentos transitorios hasta llegar a una recuperación total. «El asunto es identificarlos y descartar otras causas como podrían ser anemias o alteraciones glandulares».