Si no tenemos heladera y los helados, granizados, polos y demás que intentamos hacer en casa nunca nos quedan con la misma textura que los que compramos, tenemos la solución para que mejoren considerablemente: usar azúcar invertido.
Aunque el nombre pueda sorprender es algo muy sencillo y que podemos preparar en casa en un momento. Como es anticongelante, los helados y granizados no cristalizan tanto como si usáramos azúcar directamente. Esto hará que el resultado sea mucho más cremoso.
Y no sólo para helados y granizados nos va a venir bien. Si lo usamos en repostería vamos a conseguir masas mucho más esponjosas, menos resecas y que además se van a conservar por más tiempo.
Podemos preparar azúcar invertido de dos formas, con gasificantes (sobres que ya van preparados y podemos encontrar en cualquier supermercado) o sin ellos. Además podemos guardarlo (no en el frigorífico, pero en un lugar fresco) casi un año en un tarro de cristal e ir utilizándolo cuando lo necesitemos.
Receta de azúcar invertido con gasificantes en sobre
- 350 gr. de azúcar blanco
- 150 ml. de agua mineral o filtrada
- 2,2 gr. de ácido (uno de los dos sobres)
- 3,3 gr. de gasificante (el otro sobre)
Ponemos en un cazo el agua a fuego medio. Lo ideal es usar un termómetro de cocina y echar el azúcar cuando llegue a los 50 grados. Echamos el azúcar y mezclamos hasta que se disuelva bien.
Dejamos que aumente la temperatura y añadimos el primer sobre (el ácido). Removemos durante unos minutos. La temperatura del agua no debe alcanzar los 100 grados así que antes de que rompa a hervir apagamos el fuego y seguimos removiendo un minuto más.
Cuando la temperatura ya con el fuego apagado ronde los 50-60 grados añadimos el segundo sobre (el gasificante) y removemos. El agua con el gasificante reaccionará formando espuma. Removemos un poco más y ya estará listo.
Dejamos enfriar hasta que la espuma haya desaparecido, lo guardamos en un tarro de cristal y en un lugar fresco pero no en el frigorífico.
Receta de azúcar invertido sin gasificantes en sobre
- 350 gr. de azúcar blanco
- 150 ml. de agua mineral o filtrada
- 5 ml. de zumo de limón
- 5 gr. de bicarbonato
Ponemos en un cazo el agua a fuego medio. Cuando alcance los 50 grados añadimos el azúcar y el zumo de limón, removemos hasta disolver y lo dejamos unos minutos más al fuego removiendo de vez en cuando.
Antes de que rompa a hervir (100 grados) apagamos el fuego y dejamos que la temperatura vuelva a bajar hasta los 50 grados aproximadamente. En ese momento añadimos el bicarbonato, que formará espuma, y removemos hasta que la espuma desaparezca.
Dejamos enfriar hasta que la espuma haya desaparecido del todo, y entonces podemos guardarlo en un tarro de cristal, también en un lugar fresco pero no en el frigorífico.